Uno de los aprendizajes fundamentales que debemos hacer cada uno de nosotros para conseguir ser felices es querernos y aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Esto no es tarea fácil para un adulto como tampoco lo es para un niño. Alguien con un buen autoconcepto y una buena autoestima está mucho más preparado para afrontar las adversidades, tiene más oportunidades de ser creativo, de establecer relaciones más enriquecedoras, de respetar y empatizar con los demás y en definitiva de estar más contento en su día a día.
Yo he tenido siempre la grandísima suerte de que mi familia, mi entorno, me ha hecho ver lo maravillosa que era y me ha ayudado a limar los defectos que tengo y superar las dificultades con las que me encuentro, siempre haciéndome creer que "yo soy capaz de todo lo que me proponga". Tanto es así que a mis 7 años me pidió mi profe hacer una descripción de mí misma. En ella escribí: soy guapísima, listísima y muy intelectual. A nivel familiar y escolar quedó como una anécdota divertida pero pensando en ella con el paso de los años me ha servido para darme cuenta de que ese estupendo autoconcepto me ha ayudado a conseguir las cosas buenas que tengo y a aprender de lo que no se me ha dado bien.
Así procuro repetir con asiduidad a mis alumnos lo MARAVILLOSOS que son y siempre que tengo que corregirles lo hago desde una perspectiva de ánimo y confianza en ellos y en que pueden mejorarlo. Y es que parece ser más fácil decirle a los demás las cosas que tienen que cambiar que las que nos gusta de ellas. Por eso hemos empezado a trabajar todos estos contenidos (desgraciadamente transparentes para nuestro currículo educativo) en el aula.
Primero dedicamos un tiempo a que cada uno reflexionara sobre "¿qué es lo que más te gusta de ti? y pasados unos minutos lo pusieron en común. Muchos de ellos comentaron que "era de chulitos decir tus cosas buenas". Y debatimos sobre la diferencia entre ser arrogante y tener una buena autoestima.
Salieron comentarios fabulosos: lo que más me gusta de mí es mi muela plateada, son mis ojos, mi letra, lo bien que juego al fútbol, que soy muy graciosa, mi pelo...
Después hicimos una segunda actividad en la que debían decir lo que más le gustaba del compañero/a con el que había sido emparejado. Fue estupendo ver sus caras de orgullo y alegría al escuchar lo que decían de ellos sus compañeros. Esta actividad une muchísimo al grupo y crea un ambiente de confianza y amistad en el aula entre todos ellos.
Sus palabras las plasmaron en unas mariposas de colores que hemos utilizado para decorar de forma primaveral la puerta del aula.
De este modo cada día al llegar a clase pueden recordar cuales son sus virtudes y que es lo que valorar sus compañeros de ellos.
Al igual que desde dentro del aula, continuamos regando esa plantita que es la autoestima que va creciendo y floreciendo en nuestro interior.
Qué bonito Paula!!! Es una suerte que los niños cuenten con profes como tú. Ojalá que el año que viene te puedas quedar en el cole :))
ResponderEliminarGracias Amaia. Yo también lo espero :)
ResponderEliminarOjalá sigas con nosotros el próximo curso, si no es así, espero que te vaya muy bien. Seguro que si.
ResponderEliminarGracias por tus palabras MªÁngeles. A ver si hay suerte :)
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